No nos engañemos: todos lo hemos hecho. Le hablas al microondas cuando está tardando demasiado. Le pides por favor al ascensor que llegue antes. Le dices al cajero automático “venga va” cuando no te acepta la tarjeta a la primera. Lo sabes, yo lo sé y los dispositivos… probablemente también lo saben.
Pero ¿por qué ocurre esto? ¿Qué nos lleva a tratar con objetos inanimados como si tuvieran conciencia, voluntad o sentimientos? Aquí empieza un repaso (irónico, pero muy real) de una de las costumbres más ridículas —y humanas— de nuestra era: hablar con las cosas como si fueran personas.
🗣️ El síndrome del “venga va”
Los humanos somos impacientes por naturaleza. Y cuando algo tarda más de lo esperado —una página web, un semáforo, una lavadora— la reacción inmediata es verbal: “venga va”, “¡ya está bien!”, “¿tú te crees?”. Como si una exclamación con tono pasivo-agresivo pudiese acelerar procesos tecnológicos.
Spoiler: no funciona. Pero lo seguimos haciendo. Porque si algo no va… lo insultamos. O le rogamos. Como si la lavadora fuera a pensar: «Vale, me está chillando, mejor acelero el centrifugado.»
🤖 Alexa, ¿me estás vacilando?
El fenómeno se vuelve aún más surrealista con los asistentes virtuales. Alexa, Siri, Google Assistant… tienen voz. Y eso lo cambia todo. Cuando no entienden lo que dices, la respuesta típica es:
—“¡Eso no es lo que te he pedido, tía!”
O peor:
—“¡Eres tonta!”
Le estamos faltando el respeto a un algoritmo. Y luego pedimos perdón por si «nos está escuchando». ¿Y si Alexa se venga más adelante apagando el Wi-Fi durante la final de la Eurocopa?
🚗 Gritarle al GPS (aunque tú te hayas equivocado)
El GPS dice “gira a la izquierda”… y tú te pasas de largo. Y acto seguido:
—“¡Eso no era una izquierda clara!”
Como si el satélite tuviera la culpa de tu despiste. Luego te dice “recalculando” y lo sientes como una indirecta pasivo-agresiva, tipo: “Ya estamos otra vez con tus decisiones absurdas, José Luis.”
Nos sentimos juzgados por una voz robótica. Y respondemos como si estuviéramos discutiendo con una expareja que guarda rencor.
🍕 El drama con el microondas
Nadie ha tenido nunca una conversación emocional más intensa que con un microondas que pita antes de tiempo.
—“¡Aún te quedaban 30 segundos, no seas ansioso!”
O ese instante en el que miras por la ventanita del microondas y le dices al alimento: “¡Rebosa y te mato!”.
El microondas no entiende tus amenazas. Pero tú te sientes mejor.
🧽 Le hablas hasta a la esponja
Estás fregando, se te cae la esponja al suelo:
—“¡Pero hombre, por favor!”
Esponja, ¿qué esperabas que hiciera? ¿quedarse flotando en el aire? ¿te está boicoteando?
Y sin embargo, le hablas como si fuera un compañero de trabajo que está saboteando tu jornada.
🎮 Videojuegos: El colmo del diálogo unidireccional
Los gamers lo saben: insultar a los enemigos virtuales forma parte de la estrategia. No importa que sean NPCs programados para matarte.
—“¡Pero si ni me has tocado!”
—“Madre mía qué tramposo.”
Y luego, tras ganarles:
—“Eso te pasa por flipado.”
Sí, estás celebrando tu victoria frente a una inteligencia artificial que no siente. Pero tú sí que sientes, ¿verdad?
📱 Cuando hablas con el móvil como si fuera tu colega
Tu móvil va lento. No carga. No encuentra red. Y tú, lo miras con desprecio:
—“¿Tú quieres pelea o qué?”
Le das dos golpecitos como quien da collejas a un amigo que está empanado. Es muy probable que esto no arregle nada, pero emocionalmente… funciona.
Es como una terapia express de 5 segundos.
🧠 ¿Y por qué lo hacemos?
Aunque parezca de locos, hablar con objetos no es tan absurdo desde un punto de vista psicológico. Los expertos dicen que se trata de antropomorfismo: le atribuimos características humanas a cosas que no las tienen. Es una forma de lidiar con la soledad, la frustración… o simplemente de expresar emociones sin tener que explotar.
En resumen: sí, estás un poco loco. Pero todos lo estamos. Bienvenido al club.
🤯 Conclusión: Las cosas no tienen alma, pero nosotros sí tenemos drama
Seguiremos hablándole al horno, pidiéndole perdón al Roomba cuando lo pateamos sin querer y agradeciendo al router cuando “por fin” carga el vídeo.
Porque si algo caracteriza a la humanidad no es la lógica… es la necesidad de proyectar emociones en cualquier cosa que se mueva (o no se mueva).
Así que tranquilo. Si le hablas al semáforo y le dices “¡vamos, por favor!”, no estás solo. Estás en buena compañía. Y probablemente también te esté escuchando Alexa.