Máster en Nada: Cómo pagar 6.000 € para acabar dando likes en LinkedIn
Antiguamente, estudiar un máster era una decisión seria. Una forma de especializarse, de dar un salto profesional, de invertir en conocimiento. Hoy, es más bien un ritual de paso moderno para entrar al mercado laboral… sin garantías, pero con una mochila de deudas y una foto con birrete que subir a Instagram.
Bienvenidos al universo del Máster en Nada, donde lo importante no es lo que aprendes, sino cuánto pagas por aprenderlo. Porque si no te ha costado un riñón, ¿realmente estudiaste algo útil?
El síndrome del “posgrado placebo”
Este fenómeno se manifiesta así:
- Te apuntas a un máster con un título tan largo como ambiguo:
“Máster en Estrategias Dinámicas de Innovación Disruptiva para la Gestión Emocional de Startups Circulares” - El primer día te hacen presentarte en un círculo de sillas, hablar de tu “yo profesional” y llenar un mural con post-its de colores.
- Los profesores no son profesores, son “mentores”, “facilitadores” o “design thinkers” que te hablan de liderazgo mientras muestran vídeos de TED Talks que tú ya viste gratis.
¿Y el contenido?
Lo de menos. Porque aquí lo importante no es adquirir conocimientos. Lo importante es:
- Tener un diploma que ponga “certificado”
- Aprender a usar Canva
- Subir una foto a LinkedIn con la frase:
“Hoy cierro una etapa, pero abro un mundo de posibilidades. Gracias [nombre de escuela privada con naming en inglés] por tanto.”
El networking de cartón piedra
Te prometen contactos, “acceso a un ecosistema de talento” y oportunidades laborales. En realidad, acabas en un grupo de WhatsApp con 27 personas que no saben qué hacer con sus vidas, compartiendo memes sobre la ansiedad y consultando si alguien tiene una plantilla de currículum “profesional pero creativo”.
Y de paso, te meten en charlas de exalumnos que “han llegado muy lejos” (casi todos trabajan en la misma escuela que vendió el máster, sorpresa).
Salidas profesionales: el vacío
Terminaste el máster. Tienes el diploma. Tienes una presentación de PowerPoint que usaste en la exposición final sobre “liderazgo transformacional con propósito cuántico”.
¿Y ahora?
- Envías CVs con el nuevo título.
- No te llama nadie.
- Empiezas a pensar que quizá necesitas otro máster.
- Te apuntas a otro.
Boom. Ciclo cerrado. Bienvenido a la trampa académica del siglo XXI.
Pero, ¿por qué seguimos cayendo?
Porque el sistema educativo se ha convertido en un negocio con muy buen márketing:
- Palabras como “Executive”, “Premium”, “Global” y “Digital” te dan la falsa sensación de exclusividad.
- Las webs parecen agencias de viajes a Silicon Valley.
- Los precios te hacen pensar que es una inversión, cuando en realidad es un alquiler de ilusiones con intereses emocionales.
Y mientras tanto, los que de verdad saben algo… están trabajando, no enseñando en másters que duran 6 meses y cuestan lo que un coche de segunda mano.
Moraleja final: más “learning by doing”, menos “learning by pagar”
La educación no es mala. Pero el teatro académico disfrazado de experiencia transformadora ya huele. Si vas a estudiar, hazlo por el contenido, no por el certificado. Si quieres destacar, haz algo real. Y si alguien te vende “mentalidad emprendedora” en formato PDF, huye.
Porque el verdadero máster es aprender a detectar cuándo te están vendiendo humo con lettering bonito.